Manuel Marulanda Vélez

Manuel Marulanda Vélez: Tiro Fijo.

Manuel Marulanda Vélez

Recuerdo muy bien haber leído en un periódico de los años sesenta la muerte de Manuel Marulanda Vélez en una emboscada que le tendió el ejército colombiano.

Fueron muchas las veces en que las autoridades lo reportaron como muerto, luchó por más de cincuenta años y por mucho tiempo al filo de la muerte de la que escapó a base de astucia y de mucha suerte.

Se había hecho guerrillero del Partido Liberal a finales de 1948, poco después del famoso «Bogotazo», como se llama a la ola de violencia que se desató en Colombia tras el asesinato en Bogotá del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán.

“Marulanda” se sintió traicionado por la dirigencia del Partido Liberal; de ahí que en 1964 se convirtió en uno de los fundadores de las FARC, que nacieron bajo la sombrilla del Partido Comunista de Colombia.

Había nacido el 13 de mayo de 1928, en el seno de una familia campesina de Génova, en la región cafetera del oeste de Colombia, y su nombre de nacimiento fue Pedro Antonio Marín. Hasta el día en que él decidió adoptar el nombre de un dirigente social asesinado en Bogotá.

«Marulanda» fue un hombre audaz y desconfiado, un autodidacta que ganó y cultivó fama por sus habilidades militares.

El apodo de ‘Tirofijo’ se lo ganó gracias a su notable puntería, a su capacidad para el combate, para movilizarse en un terreno, para mimetizarse con él y para eludir los cercos en su contra, que fueron los factores que le permitieron esa gran supervivencia en situaciones riesgosas de guerrilla.

Sus grandes ideales fueron la reforma agraria, la educación del campesinado, la buena alimentación y la salud de los niños y adultos, la construcción de vías de comunicación y la búsqueda de la paz. Por lo menos esos fueron los temas que siempre adujo cuando fue entrevistado por periodistas que lo visitaron y los que puso sobre la mesa cuando le tocó negociar la paz.

Esa vida dedicada a la lucha guerrillera nos hace hoy a su muerte reflexionar sobre la gran lucha del pueblo latinoamericano por obtener la justicia, la democracia, la libertad, la educación, la salud y la vida.

Nuestro homenaje a Manuel Marulanda Vélez va más allá de su persona, va para el pueblo colombiano, llámese Manuel. Raúl Reyes, Negro Acacio, Martín Caballero, Iván Ríos o XX. Para todos aquellos que dedicaron su vida y ofrendaron su muerte a los ideales de un pueblo en lucha por sus derechos mancillados por siglos.

No compartimos los medios usados en la lucha, pero no podemos dejar de reconocer el derecho y la obligación de rebelarse. El campesinado colombiano lo hizo en la forma más ruda, porque no conocía otra. Las luchas entre liberales y conservadores los habían envuelto en la violencia.

La violencia es un medio maldito de lucha, conduce a más violencia y a mayores injusticias. Genera el liderazgo de los más violentos y produce los instintos más agresivos y absolutos del ser humano. El pueblo colombiano no debe rendirse, pero debe cambiar su medio de búsqueda de la justicia. La paz debe establecerse, no para que el estatus quo se perpetúe, sino para empezar a cambiarlo.

El Socialismo del Siglo XXI debe construirse por medio de las palabras y no de las balas. Los rifles van a ser destruidos cuando no existan dedos que aprieten sus gatillos. La palabra va a ser liberada por voluntad de las mayorías, quienes finalmente producirán y consumirán la información.

Jorge Hernaldo Jiménez Bustamante

Curridabat 27 de mayo de 2008.

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