Berlín: Veinte años después.

Berlín: Veinte años después.

Hoy 9 de noviembre se cumplen veinte años de la caída del muro de Berlín.

Gran triunfo del pueblo alemán, de los pueblos de Hungría, Checoeslovaquia y Polonia. Y también de los pueblos que formaban la Unión Soviética y demás paises europeos orientales, que airosamente lograron la libertad, con la posterior caída de la Unión Soviética.

Libertad conculcada con alevosía por quienes se apropiaron con egolatría y despotismo del glorioso ideal del socialismo.

Aunque la Revolución Soviética fue en su momento uno de los mayores actos de los pueblos oprimidos, aunque materializó los ideales y las esperanzas de todos los hombres de buena voluntad que deseaban desde siempre un mundo mejor, sin explotación ni apropiación individual de las riquezas creadas colectivamente y de los recursos universales de la naturaleza, pronto se hizo evidente su mala dirección.

Había sido encubada en el odio y la envidia, había llegado al poder por la violencia y la imposición, y eso la condujo a una lucha sin fin entre los más despiadados e inhumanos dirigentes, lucha en la cual siempre triunfó no el más socialista sino el más cruel de todos los contendientes.

Así desde sus comienzos la Revolución Soviética se fue comiendo a sus propios gestores, uno a uno fueron cayendo los iniciadores y los continuadores de ese gran movimiento.

El ideal de crear un mundo mejor fue quedando relegado y sustituido por el ideal de conservar la revolución, no permitir que fuera derrotada, aunque esa determinación incluyera la muerte y el sufrimiento de los pueblos que eran el destino  de su afán

La burguesía, con toda su violencia y toda su capacidad de destrucción, con los mayores y más poderosos ejércitos del mundo, se encargó desde afuera de atizar el más horroroso odio que la humanidad ha conocido. Incluyendo como su mayor creación al régimen nazi, nacido y dirigido para destruir el experimento socialista que se dio en Rusia y en los países que eran dominados por ese reino.

Ese fue el mundo de confrontación que crearon unos y alimentaron otros. Para enfrentar un régimen de odio se generó otro de mayor maldad. La división no fue entre buenos y malos, sino entre malos y más malos. Los muros no fueron unilaterales,la confrontación no empesó en 1948 ni en 1961, sino desde el mismo momento que los bolcheviques tomaron el poder el 7 de noviembre de 1917. La maldad cobró dimensiones inconmensurables y significó la muerte y destrucción de millones de personas en todo el mundo.

¿Quién podría ser el triunfador de semejante contienda?

Pues milagrosamente el gran triunfador es el pueblo mundial, la vida siguió y los que pretendieron apropiarse de la lucha de los pueblos, han empezado a sentir el peso de su responsabilidad. Aunque todavía proclaman y celebran su aparente triunfo, ya toda su perversa maquinaria de explotación ha comenzado a resquebrajarse, pronto veremos cambios cada vez más profundos y la democracia y no el capitalismo terminará siendo la triunfadora.

Sobre una base de paz y amor el nuevo socialismo democrático se impondrá y borrará el extenso muro que divide a la humanidad de Norte a Sur y de Este a Oeste.

George Zenemix

9 de noviembre de 2009

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